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La barrera cutánea: una cuestión de equilibrio

La piel es una envoltura protectora que aísla y protege nuestro cuerpo, y al mismo tiempo, permite que se relacione con el exterior.
La epidermis, la capa más superficial de la piel, es la que desarrolla principalmente esta función defensiva y por eso hablamos de «función barrera».

Para describir esta barrera, recurrimos a un símil frecuente donde la piel es una pared formada por ladrillos (los corneocitos) que se mantienen unidos gracias al cemento formado por lípidos epidérmicos (ceramidas, colesterol y ácidos grasos). Cualquier alteración de esta «pared» puede generar señales de peligro que activan nuestras defensas.

Una barrera hecha de interacciones

Si la observamos detenidamente, la epidermis nos sorprende por su sencillez y complejidad al mismo tiempo, algo que nos hace ver lo poco adecuada que resulta la definición de «envoltura formada por células muertas» que se utilizó durante tanto tiempo, pero también lo restrictiva que se revela la empleada en la actualidad, que la caracteriza como una «pared» formada por ladrillos y cemento.

La estructura de la epidermis y su función barrera es, de hecho, el resultado de una continua interacción entre elementos, celulares y no celulares, que cubre una finalidad dinámica de relación con el mundo externo capaz de estabilizar en cada momento el mejor equilibrio posible entre las necesidades del ambiente interno (homeostasis) y las del externo.

La triple barrera protectora de la piel

Para describir la sinergia entre los elementos que componen la barrera cutánea, un artículo publicado recientemente se ha servido de la metáfora de los tres mosqueteros, porque tres son los elementos principales que la constituyen:

  1. ESTRATO CORNEO: la barrera externa de primer nivel
  2. UNIONES ESTRECHAS: estructuras de proteínas que forman la barrera interna de segundo nivel
  3. CÉLULAS INMUNITARIAS: que constituyen la barrera inmunológica.

Los tres «mosqueteros» trabajan juntos formando un «sistema de barrera» que genera un eficaz control de la superficie. Veamos cómo lo hacen.

El estrato córneo

El estrato córneo es la capa más superficial que limita la pérdida de agua de nuestro cuerpo. Gracias a las enzimas garantiza las condiciones óptimas de pH ácido para mantener el microbioma de la piel y apoyar su acción de defensa frente a infecciones, sintetizando moléculas específicas llamadas péptidos antimicrobianos.

La barrera de segundo nivel

La barrera de segundo nivel, que se encuentra bajo el estrato córneo, es un conjunto de proteínas que impiden la penetración de agentes externos que pueden generar inflamación y estimular el sistema inmunitario.

La barrera inmunológica

La barrera inmunológica, situada bajo la barrera de segundo nivel, que está formada por células inmunitarias que se activan por señales de peligro que los queratinocitos de la superficie envían cuando identifican un daño en la barrera externa.

De la epidermis al resto del cuerpo

Hemos visto que la barrera epidérmica es un sistema altamente organizado cuyos elementos trabajan con una sofisticada red de comunicación interna que les permite interactuar continuamente.

Hay patologías que comprometen la capacidad protectora de la barrera cutánea, como la dermatitis atópica que, si no se gestionan de forma adecuada y constante desde las primeras manifestaciones, pueden provocar problemas de salud.

La alteración de la barrera epidérmica constituye una vía de entrada que permite que algunas sustancias con capacidad de inducir alergias penetren y faciliten la aparición de otras enfermedades de tipo alérgico, conocido como “marcha atópica”, que pueden ser de carácter grave e incapacitante, como el asma.

La información suministrada no sustituye las recomendaciones médicas. El contenido tiene fines ilustrativos y no sustituye la opinión del experto.