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Salud y microbiota cutánea, ¿qué relación tienen?

Nuestra piel es un órgano complejo y su funcionamiento se basa fundamentalmente en la relación de una multitud de microorganismos con nuestro tejido

En los últimos años, cada vez más cosméticos presumen de ser respetuosos con la microbiota cutánea, pero ¿qué relación tiene con nuestra salud? 

De la microbiota al microbioma

El término microbiota indica el conjunto de microorganismos que viven en las diferentes zonas de nuestro cuerpo que actúan como una "barrera" con el mundo exterior, desde el intestino hasta las vías respiratorias.

Cada uno de nosotros tiene su propia microbiota particular, con la que vive en simbiosis. Cada zona de “barrera” tiene una composición de microbiota diferente en relación a su función. Por eso hablamos de microbiota cutánea, intestinal, nasal, vaginal, etc.

En cambio, el término microbioma se refiere a la composición genética de la microbiota, pero a menudo se utiliza como sinónimo de microbiota.

La microbiota juega un papel fundamental en mantener la salud de nuestro organismo: es una barrera protectora frente a los patógenos y contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunológico.

Mantener una microbiota cutánea equilibrada es esencial

A nivel cutáneo, la microbiota se forma en el momento del nacimiento y cambia durante la adolescencia, permaneciendo casi inalterada durante la vida adulta(1).

El estudio de la microbiota cutánea es complejo y está en constante evolución.

Nuestra piel, de hecho, está continuamente en contacto con múltiples estímulos que modifican la microbiota. Por esta razón es muy complejo determinar el equilibrio óptimo entre los diversos microorganismos, no solo entre un individuo y otro sino también dentro de un mismo individuo.

La microbiota varía, por ejemplo, en relación con el entorno en el que vivimos, pero también en función de la mayor o menor exposición de zonas del cuerpo.

Además, las distintas zonas del cuerpo presentan distintos grados de hidratación y porcentaje de sebo. En consecuencia, la población microbiana en la superficie de la piel no es homogénea.

Las zonas más húmedas de nuestro cuerpo (axilas, ombligo, parte interna del codo, parte posterior de la rodilla, ingle y plantas de los pies) se caracterizan principalmente por las bacterias de las especies Staphylococcus y Corynebacterium.

Las zonas sebáceas en cambio (frente, pliegues nasolabiales y zonas retroauriculares) parecen tener una población microbiana menos variada y caracterizadas principalmente por bacterias de la especie Propionibacterium. La concentración de estas bacterias es particularmente alta en la piel de las personas con acné (2).

Dado que muchos factores contribuyen a la composición de la microbiota cutánea, que no siempre son cuantificables para entender su papel en el bienestar de la piel, se necesitan estudios muy complejos.

microbiota cutanea

Patologías dermatológicas y microbiota cutánea

Hoy en día se presta gran atención al papel de la microbiota en la prevención de alergias alimentarias, respiratorias y cutáneas, debido a su capacidad para apoyar el sistema inmunológico(3).

De hecho, estudios recientes han demostrado que ciertas comunidades microbianas pueden modificar la inmunidad, lo que influye en la salud de la piel (2).

En zonas afectadas por dermatitis atópica, por ejemplo, se ha observado que inhibiendo el crecimiento de Staphylococcus aureus, especie particularmente presente en estos sujetos, se obtiene una mejora en las manifestaciones clínicas.

No solo encontramos bacterias en la piel

La microbiota cutánea, sin embargo, no solo está formada por especies bacterianas: también hay hongos, parásitos y virus presentes en nuestra piel.

Uno de los hongos más representados es Malassezia, cuyo papel en la dermatitis seborreica está establecido desde hace algún tiempo. El uso de medicamentos antimicóticos específicos permite, de hecho, mejorar el cuadro patológico.

La malassezia es un microorganismo que se encuentra normalmente en la superficie de la piel, donde hidroliza los triglicéridos presentes en el sebo liberando ácidos grasos insaturados, como los ácidos oleico y araquidónico.

En sujetos predispuestos, estos metabolitos provocan una alteración de la diferenciación de los queratinocitos a la que sigue el deterioro de la barrera cutánea y la reacción inflamatoria(4).

Otro ejemplo es el de la rosácea. En este caso un ácaro que reside normalmente en nuestra piel, el Demodex folliculorum, en sujetos predispuestos desencadena las reacciones características de esta patología.

La biodiversidad en una piel sana: una cuestión todavía por explorar

Actualmente se ha establecido que la microbiota cutánea juega un papel importante en la patogenia de diversas enfermedades dermatológicas. Pero no es un factor suficiente para determinar su aparición, si los factores genéticos y ambientales no están presentes de forma asociada.

Si la piel patológica se caracteriza por una especie bacteriana prevalente, la piel sana normalmente tiene una microbiota con una alta biodiversidad que debe ser preservada.

Cómo se puede preservar este equilibrio sigue siendo una cuestión abierta.

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Y. Erin Chen et al. Skin microbiota-host interactions Nature 2018, 553(7689): 427–436.
  2. J.A. Sanford, R.L. Gallo. Functions of the skin microbiota in health and disease Semin Immunol 2013, 25(5):370-377.
  3. M. Pascal et al. Microbiome and Allergic Diseases Front Immunol 2018, 9:1584.
  4. L.J. Borda, T.C. Wikramanayake. Seborrheic Dermatitis and Dandruff: A Comprehensive Review J Clin Investig Dermatol 2015, 3(2):10.